“El viaje de Kristina y el Rey”
de
Fran Javier Verdeguer
y
Olga H Burzaco
Aragoneses del llano y de la montaña, ahora reunidos en la ribera del Ebro, se dedican a la fotografía como aficionados de largo recorrido, en los últimos tiempos como socios de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza.
Dentro de sus intereses están el Arte, la Historia y el Paisaje vital que observan con ojos apasionados. Interesados en registrar ese espíritu de los pueblos que parece eterno y sin embargo se desvanece cada día, así como el retrato fascinado de los seres humanos que comparten el mundo ancho y hermoso, en los últimos años han encontrado en el mundo de la recreación histórica y su conexión con la herencia cultural de nuestra civilización una línea de trabajo extremadamente prometedora.
Exposición fotográfica: “El viaje de Kristina y el Rey”
Autores: Fran Javier Verdeguer y Olga H Burzaco
Espacio expositivo: Sala exposiciones Gil Marraco
Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza
Luis del Valle, 2-4-6; 5005 ZARAGOZA)
Número de obras: 20 fotografías montadas y enmarcadas en 40x 50 cm.
Fechas: del 8 al 18 de enero de 2013
Horario: De lunes a viernes de 18:00 a 21:00 h.
Sábados y festivos cerrado
Texto Historia Exposición:
En el otoño de 1257, el rey Jaime I recibe en Barcelona, con grandes honores, a la princesa noruega de ojos azules y cabello rubio que va a casarse con alguno de los hermanos de su yerno Alfonso X, rey de Castilla. La acompaña a través de su Reino por el Camino del Ebro hasta Zaragoza, y desde allí por un ramal del Camino de Santiago, hasta Soria, y de este viaje histórico surge una idea. Un rey ya maduro, curtido en batallas en las cuales la sangre llegaba hasta los estribos y negociaciones sinuosas, cabeza de la dinastía cuyo nombre gritan los almogávares cuando entran en batalla, “¡¡¡Aragó, Aragó, Aragó!!!”, señor de los reinos de Mallorca, Valencia, Sicilia, Cerdeña, Córcega y Nápoles; Conde de Barcelona, Roselló y Sardanya; Marqués de Provenza y señor de varios señoríos como el de Montpellier, expedicionario en el Magreb, e incluso Atenas en su expansión por el Mare Nostrum romano. Una princesa que viene de tierras heladas atravesando Europa, custodiada como la joya más preciosa y escondida de las miradas de esas gentes cada vez más mediterráneas y ajenas a medida que se acerca al Sur; una joven mujer que será extranjera en tierra extraña, obligada por los pactos de su familia, y cuyo propio padre se ha compadecido de su destino permitiéndole que sea ella quien elija a su prometido. ¿Cómo entretendría el correoso rey a la hermosa melancólica? ¿Qué le contaría en el latín formal que ambos hablarían, o quizás a través de los multiubícuos monjes traductores? ¿Cómo le podría transmitir algunas ideas de ese reino abrasado por el sol y las guerras a la doncella que no se atreve a levantar la vista y fija sus ojos helado en su regazo, buscando tal vez algo que mantenga sus raíces? Quizás el caballero intentó alegrarla, o el regente prepararla para lo que le venía encima, o tal vez el hombre despreciado por su padre, criado por el enemigo de su padre, educado por los templarios y en guerra con los de fuera y los de dentro acabó dejando volar sus pensamientos ante un rostro pálido que ni lo juzgaba, ni le pedía, ni lo desafiaba; una dama frágil como los cristales de escarcha que encontraban en los caminos al amanecer y que soñaba lo que tal vez no llegaba a entender del todo
Fotografías exposición: